4 CRÍTICAS PARA MIS COLEGAS CONTADORES PÚBLICOS

  1. PERDIENDO LA FÉ

Es cierto que nuestra profesión no ha sido la única invadida por las fuerzas de la economía que lograron mercantilizar todo, es decir, “cosificar” todos los ámbitos de la vida bajo las leyes de oferta y demanda, impidiendo que la realidad y el quehacer profesional sean vistos más allá de la utilidad práctica e inmediata de las cosas.

Pero no hay justificación ni excusas para que cada vez más, profesiones liberales como la nuestra se conviertan en solo aplicativos, sin chistar, y sin ninguna opción de controvertir, las decisiones y ocurrencias de las autoridades, gobiernos de turno y entes públicos encargados de crear leyes, emitir decretos, resoluciones, y hasta doctrinas que muchas veces son anti técnicas y esencialmente contradictorias entre sí.

Un ejemplo de esto fue o es la nómina electrónica que en esencia se creó para soportar fiscalmente costos y gastos de las empresas, pero que la norma literalmente en la resolución 013 de 2021 decía lo contrario.

Está pasando que nos quitan, o nos dejamos quitar cada vez más, la institucionalidad, y el rol esencial y profesional que ejercemos en la sociedad cuando actuamos, como garantes y emisores de fe pública en los ámbitos contables y financieros.

Y en lo tributario, como garantes también de la correcta determinación de los tributos y su pago, y en la defensa procedimental ante cualquier requerimiento de la DIAN y demás entes fiscalizadores.

Sobra decir que en el mundo “ultra capitalista” y “desarrollado”, la profesión contable es de las más respetadas y consideradas.

Precisamente porque la especulación financiera como dimensión central del sistema capitalista de hoy, genera y obtiene las utilidades crecientes, ya no exclusivamente a partir de la existencia de mayores ingresos producto de la venta de bienes o servicios o del aumento de la producción, sino esencialmente a partir de la confianza inversionista.

Situación que se evidencia no solo en las bolsas de valores de los distintos países donde se transan las acciones de las grandes empresas, sino también en la realidad de las miles de pequeñas y medianas empresas que ante el contexto constante de crisis y la fragilidad del mercado y la economía, se ven obligadas a estar siempre ávidas ya no únicamente de financiación y capitalización con los Bancos o a través de nuevos inversionistas, sino también de obtener el anhelado estado de consolidación, que les permita tener la tranquilidad de seguir en marcha y creciendo en el futuro.

En ese contexto donde lo más importante pasa a ser la “estética” o verse bien, y mostrarse sólido y atractivo ante los posibles compradores o financiadores, se exige que existan personas o entidades encargadas de corroborar, preparar y certificar que la información financiera y contable es real, y no una ficción para sacar provecho y ventajas.

Es por eso que la Contaduría Pública pasa a ser más que una profesión, una institución que trabaja con la fe.

 

  1. AUTOMATAS DE OFICIO

Se pierde autonomía cuando absolutamente todo lo que hay que hacer esta reglado, pero mal reglado. Como es posible, por ejemplo, que a estas alturas aún subsista un Estatuto Tributario de 1000 artículos, parágrafos y notas que ahondan en lo más mínimo de la operatividad de los contribuyentes para tratar que el Estado recaude más, pero a través de cada vez más leyes, cuando existen lógicas y parámetros generales de cómo funcionan los negocios, las economías y demás actividades productivas. ¿No sería por ejemplo más fácil y práctico, y de seguro ayudaría a aumentar el recaudo de tributos y a evitar la elusión y evasión, que se apliquen tarifas de impuestos en bases gravables más transparentes y fáciles de determinar cómo lo son los ingresos o el patrimonio?

Recientemente escuché decir a un profesor tributarísta que a la profesión le convenían esas “complejidades”, ya que nos hacía a los Contadores Públicos más necesarios y por lo tanto mejores pagos. Posición respetable, pero que me pareció tremendamente reduccionista ya que existen otros valores mucho más grandes e importantes de la profesión como lo son el dar fe pública y el análisis financiero, que, en medio de un mundo especulativo y capitalista, ponen siempre en vanguardia, y por lo tanto en posición de relevancia al Contador Público para la toma de decisiones y el funcionamiento de la sociedad.

No existe otra actividad, para bien o mal, que se ubique de forma tangencial y céntrica a la vez entre las decisiones de los poderosos y la obligatoriedad de cumplir con las leyes, haciendo, ejerciendo y ejecutándolas. Lo que le da al Contador Público la oportunidad y facultad de conocer en detalle el funcionamiento, las causas y efectos en el tiempo de cualquier decisión macroeconómica o política de Estado, dentro y fuera de las empresas y por inercia en la sociedad.

  1. CUMPLIDORES DE UN PAPEL CRUEL

Los Contadores Públicos nos encontramos posicionados en medio de la cruel lucha de intereses, entre quienes dicen lo que se debe hacer, incluidos los gerentes y sus directrices al interior de las organizaciones, y quiénes están obligados a cumplir y acatar las decisiones.

En ese contexto donde se exigen siempre resultados, actuamos como ejes determinadores del equilibrio entre lo que se piensa, se dice, y se termina haciendo, supeditados siempre en el quehacer a un sinfín de marañas legislativas y sucesos de todo tipo, que en muchos casos no permiten, aun cuando no se reconozca, profundizar y analizar la factibilidad, pertinencia o conveniencia, de hacer, resolver y corregir las tareas y metas encomendadas con el fin de cumplir con el trabajo, omitiendo muchas veces el contraste de criterios, opiniones, ámbitos, debates, controversias y sentidos que se dan entre distintas profesiones o áreas del conocimiento, lo que orienta el proceder del Contador Público hacia matices autómatas y ya no de autonomía.

El Contador Público también ostenta una posición muchas veces cruel a razón de su mismo quehacer, ya que va perdiendo vitalidad, pero sobretodo la oportunidad y la voluntad de sobreponerse al entorno, al estado de cosas, a la imposición de la realidad práctica y actual, y muchas veces de forma inconsciente, termina transformándose en un mero instrumento y defensor del sistema.

Situación cruel porque además el Contador Público sabe que muchas cosas están mal, se pueden hacer mejor, le toca ejecutarlas, no tiene tiempo para criticarlas, y, quizás, no puede hacer nada para cambiarlas.

Por supuesto que este escrito no se trata de críticas al sistema, que también se les pueden hacer porque sobran argumentos, pero la intensión del caso es revelar o recordar el estado y la transformación que va sufriendo en el tiempo el profesional de la Contaduría Pública, que en muchos casos termina convirtiéndose en un ejecutor y autómata de las decisiones de los demás, viviendo siempre del presente y del utilitarismo practico o inmediato de las cosas.

Ejemplo es la situación presentada hace meses sobre la nómina electrónica, que en muchos casos se decidió emitirla “para cumplir”, aunque se estuviese o no de acuerdo con su interpretación y la literalidad de la norma.

Hoy muchas empresas están aceptando facturas, recibiéndolas y confirmando el recibo de mercancías o servicios, en negociaciones a plazo o a crédito, para cumplir con la norma y nuevo requisito para la deducción de costos, gastos y descuento de impuestos, pero no por circularidad de las facturas electrónicas como títulos valor, que es su esencia, sencillamente porque actualmente obtener liquidez bajo esa figura, no siempre es fácil o rentable.

  1. BOBONEGACIONISMO

Algunos colegas en defensa del actuar profesional, con razón, afirman que siempre obedecen exclusivamente a sus criterios y autonomías, pero lo que no se puede negar ante la desinstitucionalización de la profesión, es que no se está reaccionando.

Punto seguido.

Debido al alza de las tarifas de energía, el presidente Petro anunció la intervención de las funciones de la CREG (Comisión de Regulación de Energía y Gas), para regular y bajar los precios de la energía eléctrica, ante lo cual el Expresidente Duque en sus redes sociales cuestiono diciendo que “Colombia tiene una de las inflaciones energéticas más bajas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y que ¿será que en todos los países quieren intervenir el mercado? Ya que cualquier imposición de precios sin soporte financiero hará el remedio peor que la enfermedad.”

Esto demuestra que sigue más vigente que nunca el debate entre el libre mercado y su autorregulación a través de las leyes de oferta y demanda, y la intervención del Estado para regular la económica, situación de la cual ningún área económica ni profesión se salva.

 

Henry Diaz Crespo

Contador Publico

Especialista en Impuestos

@henrydc

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